En las cresterías de la sierra de La Madrila se observan los potentes estratos, casi verticales, de la Cuarcita Armoricana y, sobre ellos, se disponen otros estratos de cuarcitas de menor potencia y empiezan a ser abundantes los estratos de lutitas con numerosos icnofósiles.
La Cuarcita Armoricana es una formación geológica que fue definida en Francia en el Macizo Armoricano (Grés Armoricain), pero su traducción al español como “Cuarcita Armoricana” da lugar a ciertas confusiones. Una cuarcita se define como una roca silícea metamórfica; sin embargo, gran parte de los materiales corresponden realmente a areniscas silíceas muy ricas en cuarzo (≥90 %), por lo que el término adecuado para identificar estas rocas sería cuarzo-arenitas. Proceden de arenas silíceas muy maduras y lavadas que se habían formado en las playas y medios submareales poco profundos del periodo Ordovícico.
Conforme avanzaba la transgresión ordovícica aumentaba el nivel del mar y aparecían medios en los que las arenas se intercalan con materiales lutíticos propios de fondos limosos, menos batidos por el fuerte oleaje y con abundantes nutrientes, donde las comunidades de organismos bentónicos proliferan, manifestándose por la presencia de abundantes icnofósiles que representan la actividad de dichas comunidades, siendo muy característicos y espectaculares los producidos por trilobites (Cruziana).
Estas rocas se localizan en el flanco occidental del amplio sinclinal de Santa Lucía. La Cuarcita Armoricana se encuentran bastante fracturada, lo que permite la infiltración y acumulación del agua de las precipitaciones hasta que posteriormente es drenada a través de la caudalosa “Fuente de La Madrila«, situada en la ladera oeste de la sierra, próxima al contacto entre la base de la Cuarcita Armoricana, muy permeable por fracturación, y las rocas del Ediacárico, con una baja permeabilidad. Esta fuente abasteció de finas aguas, durante los años 30-60 del siglo XX, a la cercana población de Cañamero.
Desde el risco Viejo, situado en esta misma sierra, se observa hacia poniente una formidable panorámica, con la amplia y monótona penillanura de rocas ediacáricas (lutitas y grauvacas); el bloque elevado de Garciaz (de igual naturaleza), el stock granítico del cerro de San Cristóbal, en Logrosán; y hacia oriente observamos el sinclinal del río Ruecas, con la presa y el embalse del Cancho del Fresno; y hacia el sur, en la lejanía, las plataformas sedimentarias que constituyen las rañas de Cañamero y de Logrosán.