Uno de los bienes culturales de mayor interés de Guadalupe, se construyó por los monjes jerónimos aprovechando un recurso hidrogeológico. Se trata de un sistema de captación, conducción y distribución de agua potable por gravedad para el Monasterio y puebla de Guadalupe, conocido como Arca del Agua. Data del año 1350 y en la actualidad sigue funcionando con leves modificaciones sobre su estructura original.
Los materiales que constituyen la sierra de la Villuerca son fundamentalmente capas de areniscas y cuarcitas (Cuarcita Armoricana) muy fracturadas, que presentan una excelente permeabilidad captando las aguas de las precipitaciones y las sierras. Sobre las laderas de esta sierra se encuentran las pedreras de “Los Hollicios”, formadas por grandes fragmentos angulosos de cuarcitas que también presentan una elevada permeabilidad, infiltrándose el agua a través de los numerosos huecos existentes entre estos bloques rocosos (zona de recarga). Después de pasar por las pedreras, el agua se concentra en las amplias áreas de contacto con los materiales del Ediacárico, constituidos fundamentalmente por lutitas y areniscas semipermeables. El agua infiltrada por las fracturas de todos estos materiales es recogida mediante excavaciones subterráneas llamadas galerías colectoras o minas de agua realizadas en la ladera de la sierra.
En ocasiones, el agua subterránea puede salir por sí sola al exterior, creándose manantiales o fuentes de ladera, llamados en la comarca «bohonales» o «trampales», como los que se encuentran cercanos a las minas del Arca del Agua. Algunos de estos manantiales fueron también «capturados» para realizar el abastecimiento de la puebla de Guadalupe y su Real Monasterio.