TOP DIEZ DE GEOSITIOS

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1. La Villuerca. Un viaje al cielo del geoparque.

En su cima tienes todo el geoparque a tus pies. En un día despejado, ves desde Gredos y el Tajo al Guadiana y desde Trujillo a todas las sierras del denominado relieve apalachense, tan características de este territorio. En un día de nubes, éstas se mueven por sus valles igual que las aguas de los antiguos mares donde se originó.
Ves Guadalupe con su monasterio, el nacimiento de ríos, fósiles muy especiales y obras de nuestros antepasados para aprovechar todos sus recursos. Todo ello mientras aves y otros animales te acompañan y te rodea una flora cambiante que te hará repetir la visita. Cuatro estaciones, cuatro paisajes. Recorrer el itinerario geológico hasta su cima es un fascinante viaje por el tiempo.

2. Castillo de Cabañas y sinclinal de Santa Lucía. Patrimonio a vista de pájaro.

Quizás no lo sepas, pero estás subiendo por un fondo marino puesto en vertical por las fuerzas de nuestro planeta. Las vistas desde su mirador te dejan sin aliento: ruinas medievales, pedreras, la frontera entre el bosque mediterráneo (dehesas) y el atlántico (robledales), buitreras y muchos tesoros escondidos. Un pequeño pueblo de gran importancia en el pasado y de un encanto muy especial. Uno de los lugares del geoparque que nunca olvidarás.

3. Estrecho de Peña Amarilla. Un paseo por nuestra historia en plena naturaleza.

El porqué de su nombre será obvio cuando llegues. Un lugar majestuoso donde los colores te asombran. Rocas dispuestas como páginas de un libro, listas para contarte millones de historias. Desde su origen en el fondo de un mar, hasta su uso como refugio para personas, animales, plantas. Antiguos reyes recorrían estos parajes. Ahora lo haces tú.

4. Cueva de Castañar de Ibor y su centro de interpretación. Un tesoro bajo tierra.

Desde hace 2 millones de años el agua ha ido disolviendo rocas formadas en fondos marinos de hace 550 millones de años. Dos mundos completamente distintos que han dado origen a un lugar único. Su riqueza de formas y la peculiaridad de su composición hacen de ella un espectáculo visual sin igual. Tanto, que sus formaciones en forma de pompón son el símbolo del geoparque. Eso sí, es tan delicada que su conservación es crucial y las visitas están muy controladas, pero siempre tienes la opción de conocerla en su centro de interpretación. Viaja al (casi) 😉 centro de la Tierra.

5. Desfiladero del Pedroso. Donde el agua se abre paso.

Un plácido paseo a orillas del Tajo te lleva a un lugar increíble. No te darás cuenta hasta que llegues y ante ti se abra un cañón excavado por el arroyo del Pedroso justo antes de su desembocadura. Las formas que ha ido moldeando en el granito te sorprenderán. También las obras realizadas por nuestros antepasados para aprovechar la energía del agua. Encuentra este tesoro que la naturaleza ha escondido.

6. Desfiladero del Ruecas. Refugio y memoria de nuestros antepasados.

Tus antepasados ya sabían que era un lugar especial. El río ha excavado estos antiguos fondos marinos dejándonos un lugar paradisíaco donde descansar y descubrir sus secretos. Las pinturas rupestres te hacen imaginar vidas anteriores y sus fósiles te cuentan leyendas transmitidas durante generaciones. Todo eso mientras te refrescas en aguas cristalinas o descansas a la sombra de un precioso bosque de ribera. Conecta con tu mundo interior.

7. Chorrera y castaños del Calabazas. Conoce a los gigantes del geoparque.

Un agradable paseo te lleva a un lugar fantástico: castaños centenarios creciendo sobre fondos marinos convertidos en una pedrera. Más allá, entre helechos y loros, árboles que nos hablan de bosques subtropicales, llegarás a una chorrera convertida en mirador privilegiado. Lo mejor es que es un lugar cambiante y tienes que visitarlo en las cuatro estaciones para apreciar todo lo que te ofrece. Muchos mundos por descubrir en un solo lugar.

8. Canchos de las Sábanas. Los caprichos de la naturaleza a tu alcance.

Un desprendimiento de rocas creó un refugio que se convirtió en lienzo. Una carretera paisajística, llena de lugares donde pararte y admirar una naturaleza sin igual, te lleva hasta él. Mientras caminas entre el bosque mediterráneo y el atlántico, llegas a un refugio rupestre en el que ver marcas de corrientes marinas fosilizadas hace 475 millones de años junto a pinturas rupestres de hace 5.000 años. En los alrededores encontrarás un jardín geológico con rastros de los animales marinos que recorrían aquellos fondos arenosos, buitreras, esculturas creadas por la naturaleza que originaron curiosas historias, y un sinfín de maravillas más. Arrópate con un patrimonio sin igual.

9. Risco Carbonero. Un mirador increíble en el fondo del mar.

Hospital de descanso de antiguos peregrinos con un “jardín” de plantas carnívoras (entre tú y yo, insectívoras, pero lo otro impresiona más) y otros muchos atractivos tiene la carretera que te lleva al tercer punto más alto del geoparque. En su cima tienes una visión increíble de 360º de gran parte del mismo, lo que se aprovecha también para vigilar posibles incendios. Lo increíble es que ese lugar se originó en un antiguo fondo marino lleno de vida. Las fuerzas de nuestro planeta lo han ido modificando hasta ofrecerte esa fantástica atalaya. Sube al fondo del mar.

10. Mina Costanaza. La vida en las profundidades del geoparque.

Siempre hemos tenido una estrecha relación con las rocas y minerales, desde el origen de nuestra especie. Hace 100 años, los jardines de las casas señoriales de varias capitales europeas se abonaban con rocas del geoparque. El magma ascendente que formó los granitos del cerro de San Cristóbal transformó las rocas originadas 300 millones de años antes en profundos fondos marinos. Eso creó filones de fosforita que convirtieron a Logrosán en un próspero pueblo. No obstante, era un trabajo duro y peligroso. El resto, es historia, una muy interesante. Ponte un casco, entra en la mina, y conoce la vida de quienes trabajaron allí.