Según cuenta la leyenda, en 1223 un agricultor encontró en un olivar un sarcófago de mármol. En su interior se hallaron los restos de San Fulgencio y Santa Florentina, santos del siglo VI, de origen visigodo, naturales de Cartagena y residentes en Sevilla. Tan sagrados restos son custodiados en la Iglesia de San Juan Bautista, en un relicario donado por el rey Felipe II. En la fascinante historia de este templo, de impresionante porte catedralicio, a cuya vera surgió el pueblo de Berzocana, se mezclan elementos tardorromanos, visigodos, mudéjares, barrocos y renacentistas
La estampa de este templo, declarado Monumento Nacional en 1977, destaca sobre el resto del pueblo por sus notables dimensiones. De hecho, el eje este-oeste de la nave central alcanza los 35 metros de largo. Los datos documentados de los que se dispone remontan el origen del templo a los siglos XIV y XV. Sin embargo, existen elementos como la columna que sujeta el púlpito, la base de mármol de la pila de agua bendita y un relieve en granito de San Juan Evangelista, que sugieren la existencia de un antiguo templo visigodo en el lugar. Posteriormente fue casi totalmente derruido, a excepción de la torre, que es lo único que quedaría del edificio primitivo. En el siglo XVI fue reconstruida por el obispado de Plasencia, lo que le daría el actual aspecto gótico renacentista.
En el exterior del edificio es posible distinguir las distintas etapas constructivas, con estéticas y estilos diferentes. Hacia el poniente se alza la fachada y la alta torre rectangular, con una portada de sillería y arquivolta de arco apuntado, representando la fase más antigua de las que se mantienen en pie. En el lado de la Epístola (el lado derecho mirando hacia el altar) vemos un pórtico con arco escarzano y portada renacentista. En su parte superior existe un alto relieve de San Juan Bautista. La combinación particular de ladrillo y piedra indican que se trata de un conjunto mudéjar, muy relacionado con el modelo usual de la arquitectura santiaguista (referente a la Orden de Santiago), extendida por Extremadura. Otros elementos exteriores, como los ventanales semicirculares, una arquivolta lobulada, el ventanal de la cabecera o una cruz abalaustrada, nos hablan del estilo renacentista.