17-LAS RUTAS MEDIEVALES DE GUADALUPE

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Durante siglos, desde todos los puntos de Castilla venían personas de la realeza, nobleza, estamento religioso, comerciantes y peregrinos hasta el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. Desde que a principios del siglo XIV apareciese la imagen de la virgen y se construyera en su honor una ermita, hoy monasterio, el lugar constituyó un importante nudo religioso y cultural. Y, a la vez que la peregrinación cobraba importancia, surgía toda una red de caminos e infraestructuras para dar respuesta a las necesidades de los viajeros. El Hospital del Obispo, San Román, La Avellaneda y el Rincón de los Frailes son algunas de estas muestras medievales de las que aún hoy podemos disfrutar.

A lo largo del tiempo, Guadalupe fue adquiriendo importancia como epicentro religioso hasta convertirse en uno de los principales puntos de peregrinación de toda Europa. Sin duda, la peregrina que más contribuyó a la importancia del santuario fue Isabel la Católica, estando documentada su visita, al menos, en 16 ocasiones.

La huella de Guadalupe fue más allá del enclave religioso y se extendió a lo largo y ancho del occidente de la península ibérica. Para hacer posible el acceso de todas las personas que acudían al monasterio fue necesario consolidar una red de caminos, auspiciada por las autoridades civiles y religiosas. Hoy en día son doce los caminos que llegan a Guadalupe: el llamado Camino Real, que llega desde Madrid; los Montes de Toledo; el de la Jara, desde Calera y Chozas; el de Cabañeros; el de Levante; el de los Mineros, desde Almadén; el Mozárabe, desde Monterrubio; el Romano, desde Mérida; el Visigodo, desde Alcuéscar; el de Monfragüe, el de los Descubridores, desde Cáceres, y el de los Jerónimos, desde Yuste. Estos caminos, auténticos corredores naturales que surcan paisajes sorprendentes y variados, constituyeron vías de comunicación para la cultura y las tradiciones, siendo por sí mismos un extraordinario patrimonio histórico. Esta red viaria poseía elementos inherentes al trasiego de peregrinos, como los puentes, las ventas y los hospitales.

En el Camino Real encontramos el Hospital del Obispo, en el valle al que da nombre. Se trata de una edificación situada entre frondosos bosques construida en el siglo XIV para dar cobijo a los viajeros a su paso por estas sierras despobladas. Parece ser que se edificó sobre un refugio de caza de Pedro I, siendo ampliado en sucesivas ocasiones. Una de las obras fue iniciativa del Obispo de Sigüenza, por lo que adquirió su apelativo. Durante los siglos XV y XVI fue cuando el lugar adquirió mayor importancia, dando albergue a numerosos peregrinos, decayendo su uso durante finales del siglo XVIII, cuando comenzó a verse sumido en el abandono. Tras la Guerra Civil fue convertido en cuartel de la Guardia Civil para combatir a los guerrilleros del maquis. Actualmente ha sido parcialmente restaurado y conserva una pequeña capilla.
Otro de los lugares interesantes a la vera de estos caminos seculares es San Román, aldea a orillas del río Gualija abandonada ya en el siglo XVI. Según la leyenda, los habitantes del lugar tuvieron que abandonarlo, asentándose en Peraleda, a consecuencia de una invasión de hormigas. Desde entonces, Peraleda pasó a llamarse de San Román. De la utilización del lugar en época romana nos hablan los sillares y columnas utilizados en los restos de las construcciones que aún se mantienen, a duras penas, en pie. Uno de estos restos es la pared frontal de la antigua iglesia. Muy cerca del despoblado, aguas abajo por el valle, se encuentra un antiguo puente con un solo arco conocido como el puente romano.

No demasiado lejos, en las inmediaciones de Fresnedoso de Ibor, existe otro poblado abandonado con una historia increíblemente parecida. Se trata de La Avellaneda, aldea que hacia el siglo XV sufrió un éxodo de vecinos hacia la cercana Castañar de Ibor, en este caso debido a una plaga de termitas. A pesar de ello, la aldea siguió contando con una exigua población, hasta una nueva plaga de termitas a finales del siglo XVIII. Hoy, en el solitario lugar, aún se alzan restos de varias viviendas y de la iglesia del Cristo. También podemos encontrar la llamada fuente del Oro o fuente Santa, antaño considerada de aguas medicinales.

Otro interesantísimo lugar es el Rincón de los Frailes o Casa del Rincón de Valdepalacios, situada en Logrosán. Es una hacienda con numerosas dependencias y edificaciones, destinada en su origen al suministro de producciones agrícolas al monasterio de Guadalupe. Compaginaba esta actividad productiva con la de hospedería, dando cobijo a quienes llegaban desde el sur, convirtiéndose con el tiempo en una aldea. Fue desamortizada en el siglo XIX y aún mantiene su actividad agrícola, conservando su casa señorial, el convento franciscano, lo que fue la hospedería, el refectorio y la iglesia. En esta se conserva parte de la excepcional azulejería talaverana del siglo XVI que hacía las veces de retablo.