42-EL VIADUCTO DE GUADALUPE

Geoparque Villuercas > Sitios Culturales > 42-EL VIADUCTO DE GUADALUPE

Durante los años veinte y treinta del pasado siglo, se aprobó un trazado ferroviario que debía unir Badajoz, Madrid y Huelva, pasando por Villanueva de la Serena y Talavera de la Reina. Las agrestes estribaciones de las Villuercas supusieron un obstáculo que se demostró infranqueable y que hicieron que el proyecto fuese abandonado tres décadas después de su inicio. Como recuerdo de aquel malogrado proyecto hoy nos queda un grandioso viaducto a las puertas de Guadalupe, atravesando de extremo a extremo el quebrado valle del Guadalupejo.

Fue durante la dictadura de Primo de Rivera cuando se decidió emprender las obras que permitiesen conectar por tren con más rapidez Madrid, Extremadura y el occidente andaluz, uniendo para ello Villanueva de la Serena con Talavera de la Reina, atravesando las Villuercas. El trazado del ferrocarril de las Villuercas, llamado popularmente ‘La Vía’, tendría 168 kilómetros de longitud y 19 estaciones.Su ejecución pronto se enfrentó a las enormes dificultades que entraña la orografía de estas zonas serranas. En especial tuvieron grandes problemas en el Puerto Llano de Cañamero debido a la falla geológica que allí está localizada. Sus rocas, además de su extremada dureza, estaban demasiado fragmentadas como para finalizar el túnel que atravesaría la montaña. Varios intentos de horadarlo acabaron con respectivos derrumbes.

La Guerra Civil y sus posteriores penurias también se cruzaron en el desarrollo del proyecto ferroviario e hicieron que se interrumpiese durante años. Ya en los 60, tras un esfuerzo ingente invertido en la obra, y a solo 20 kilómetros para finalizar el trazado previsto, éste fue considerado inviable y abandonado para siempre. El ferrocarril de las Villuercas se convirtió, de este modo, en un sueño irrealizable.

Pero aquellas tres décadas y media de trabajos dejaron distintas huellas en el paisaje, algunas de las cuales alcanzan la categoría de monumentales. Tal es el caso del viaducto que encontramos junto a La Puebla de Guadalupe, un notable ejemplo de arquitectura civil del siglo XX. Con sus 274 metros de longitud y sus 58 metros de altura fue uno de los mayores puentes de la España en aquella época. Y, según las crónicas, los 22 millones de pesetas que costó levantarlo, también lo convertían en el más caro.

Construido en hormigón armado, consta de cuatro grandes arcos ovoides centrales y otros siete menores, tres en una orilla y cuatro en la otra. Los contrafuertes de los arcos mayores se encuentran aligerados con aperturas en forma de arcos más estrechos, lo que imprime al aspecto general de la obra una innegable elegancia a pesar de su imponente envergadura. La estampa de este puente da la bienvenida a quienes se acerquen a La Puebla de Guadalupe desde el sur, pasando la carretera bajo uno de sus arcos.

Uno de los atractivos de esta imponente edificación es el gran mural cerámico -de 4 por 8 metros- que se encuentra en una de sus pilastras. Colocado en 1959 por la empresa Tierras y Hormigones constructora del viaducto, es un colorido mosaico de azulejos que representa a la Virgen de Guadalupe y a su monasterio. Su estilo vanguardista no fue del agrado de los vecinos en el momento de su colocación, aunque hoy día, junto con el viaducto, ya forma parte del excepcional patrimonio que las distintas épocas han ido dejando en la zona.