El Arca del Agua es uno de los legados de ingeniería más valiosos de cuantas obras de los jerónimos salpican el Geoparque Mundial de la UNESCO Villuercas-Ibores-Jara. Con el fin de aprovechar y distribuir el agua de los manantiales, en el siglo XIV se construyó una auténtica obra de arte de la ingeniería hidráulica medieval, que aún mantiene intacta su funcionalidad. Durante muchos siglos esta obra, que se adentra en las profundidades de la sierra, permitió que, tanto el Real Monasterio de Guadalupe, como las huertas, palacios, casas y hospitales cercanos contasen durante todo el año con el agua potable y fresca de los manantiales de la sierra. Ello fue sin duda uno de los pilares que permitieron la prosperidad de aquel lugar. Está considerada como la obra hidráulica en servicio más antigua de España.
A unos seis kilómetros de Guadalupe, accediendo por la carretera que lleva a Navalmoral de la Mata, y después por una pista que lleva hacia el oeste desde la ermita del Humilladero, se encuentra el Arca del Agua, una excepcional obra hidráulica con siete siglos a sus espaldas. Es uno de los geositios del Geoparque Mundial de la UNESCO Villuercas- Ibores-Jara y a pesar de su interés e importancia puede pasar desapercibido, al ser subterráneas la mayoría de sus estructuras. La construcción del Arca del Agua finalizó en 1350. Consiste, a grandes rasgos, en un complejo sistema de captación de aguas subterráneas para canalizarlas hasta el Real Monasterio y la Puebla de Guadalupe.
La captación principal está formada por una serie de galerías subterráneas, cavadas en la roca, cubiertas con pizarra o abovedadas con ladrillo, llamadas minas de agua, que drenan el agua de distintos manantiales, situados en su mayoría en las laderas sur y este del Risco de La Villuerca. En estas vertientes, el contacto entre las rocas cuarcíticas y las de componente pizarroso, da lugar a fisuras por las que surge el agua subterránea, por los manantiales, ‘veneros’ o ‘manaeros’.