Durante siglos, la devoción mariana de la que Guadalupe fue foco de atracción, así como la importancia que dieron al lugar nobles y reyes, hizo que entre los muros del Real Monasterio se fuese atesorando un ingente patrimonio de obras de arte. Los museos de Guadalupe muestran este impresionante legado y convierten el lugar en un centro cultural de primer orden, haciendo posible que pueda ser disfrutado por quienes visitan el Geoparque Mundial de la UNESCO Villuercas-Ibores-Jara.
La singularidad de los museos de Guadalupe no solo radica en la cantidad de valiosos elementos que albergan, sino también en el contexto arquitectónico y en los edificios en los que se ubican. Tal es el caso del Museo de Bordados, inaugurado en 1928, situado en el antiguo refectorio de los monjes. La estancia muestra pocas modificaciones con respecto a su aspecto original. En ella se ven numerosos trabajos artesanales elaborados en el taller del monasterio desde principios del siglo XV. Trajes religiosos, atuendos ceremoniales, elementos de la liturgia y de los oficios del monasterio, capillos, tocas, capas, mantos… elaborados con ricos materiales y con gran delicadeza por los mejores artesanos de la época.
El Museo de Pinturas y Esculturas está en el claustro mudéjar, concretamente en lo que antiguamente fue la repostería. En este espacio podemos encontrar obras excepcionales de autores como Goya (Confesión en la cárcel), El Greco (La Coronación de Nuestra Señora, San Pedro y San Andrés), Juan de Flandes o Zurbarán, entre otros. También hay en este museo tallas como las de Anequín de Bruselas y Egas Cueman, y un Cristo crucificado de marfil atribuido a Miguel Ángel.