29-LA PUEBLA DE GUADALUPE

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La Puebla de Guadalupe nació y creció alrededor del Real Monasterio, tomando el nombre del río en el que apareció la imagen de la Virgen. Pero Guadalupe, declarada Patrimonio Histórico Artístico en 1943, no es solo la magnificencia del monasterio. En este pueblo situado en el corazón del Geoparque, rodeado de un exuberante paisaje, encontramos un lugar que ha sabido conservar el encanto de la arquitectura popular. Perderse por las callejas de La Puebla de Guadalupe nos transporta a un pasado en el que se mezclan los influjos sefardíes con los de una pléyade de peregrinos, venidos de los sitios más dispares, y la huella de la presencia de la realeza y la nobleza, desde la Edad Media hasta nuestros días.

Uno de los atractivos de esta villa serrana es su interesante casco histórico, que ha permanecido prácticamente inalterado desde los siglos XIV-XVI. En él hay que destacar los soportales, los balcones y las pequeñas plazas.

La humildad de los materiales y la reciedumbre de la arquitectura más vernácula contrastan con la suntuosidad del Real Monasterio. En ello reside buena parte de su encanto. Donde con mayor claridad se puede apreciar esta confrontación es en la plaza de Santa María, epicentro de la localidad, que se extiende ante el recinto monástico. En su centro se ubica la fuente que la tradición identifica como la pila bautismal del primer indio americano llegado a Europa, traído por Colón.

Desde la plaza parten las calles que nos conducen a la antigua judería, de personalidad marcada por soportales de madera, viejas balconadas repletas de plantas y un trazado urbano intrincado y estrecho. Las casas son de dos plantas, con zaguán y construidas con vigas de castaño, especie abundante en la comarca. La fuente de los Tres Chorros preside la plaza del mismo nombre y en ella confluyen algunas de las calles mejor conservadas.

Un edificio destacable de La Puebla es el Colegio de Infantes o de Gramática, fundado en el siglo XVI, al que llegaban estudiosos de la gramática, el latín y las humanidades, entre otras materias. Este excepcional edifico de estilo mudéjar hoy forma parte del Parador Nacional de Turismo.

También es relevante el antiguo Hospital de San Juan Bautista -también denominado de hombres-. Es un edificio con fachada renacentista que cuenta con una historia digna de reseña. Aquí se realizó la primera autopsia del mundo occidental gracias al permiso del Papa Eugenio IV. Este hecho atrajo a notables estudiosos de la medicina de toda Europa. Durante siglos, fue uno de los únicos lugares en los que se llevaba a cabo la cirugía. Muchos de los médicos reales se formaron en él.
Entre los siglos XIV y XVI se construyeron otros hospitales destinados a atender a peregrinos y enfermos, como el Hospital Nuevo o de mujeres, el de la Enfermería de Monjes, el de la Pasión o el de San Sebastián.

Un edificio de interés es la Iglesia Nueva, templo barroco atribuido a Manuel de Lara Churriguera. El edificio, de portada barroca, tiene tres naves con crucero y cúpula, y fue construido en los años 1730-1735 a expensas del Duque de Veragua, descendiente de Cristóbal Colón.

En la villa se encuentran cinco arcos medievales por los que antaño se accedía al monasterio. Los más destacables son el de Sevilla, el más antiguo de todos ellos, y el de San Pedro.

A modo de curiosidad, no son pocos los personajes ilustres que han visitado La Puebla. Miguel de Cervantes, devoto de la Virgen de Guadalupe, viajó hasta aquí para ofrendar los grilletes con los que estuvo preso. Unos siglos después, el doctor Fleming hizo sus prácticas de medicina en la localidad -en el Hospital de Hombres-, donde tuvo el primer contacto con el hongo que le ayudaría a cambiar el mundo: el Penicillum notatum.