Dentro del territorio del Geoparque Mundial de la UNESCO Villuercas-Ibores-Jara, La Jara ha sabido conservar a lo largo del tiempo una arquitectura vernácula y popular con una inconfundible personalidad. Aún hoy es posible encontrar algunos buenos ejemplos de un modo genuino de concebir la arquitectura, situado a medio camino entre Castilla y Extremadura y con el influjo cercano de León.
Los pueblos de La Jara se reparten entre las provincias de Toledo, Ciudad Real y Cáceres. De esta última forman parte Carrascalejo, Garvín, Navatrasierra, Peraleda de San Román, Valdelacasa de Tajo y Villar del Pedroso. Conforman la llamada Jara cacereña y está situada en la parte más nororiental del Geoparque Mundial de la UNESCO Villuercas-Ibores-Jara. Su peculiar situación, unida secularmente a la provincia de Toledo y a la ciudad de Talavera de la Reina, ha conformado un territorio que, independientemente de los límites administrativos, posee una personalidad específica. Y una de las manifestaciones en las que se refleja con mayor claridad la identidad de un pueblo es en su arquitectura.
La arquitectura popular de la Jara extremeña podría dividirse en dos tipos: la no vinculada a los núcleos de población y la que sí lo está. En el primer caso nos encontramos construcciones rústicas ubicadas en el campo, como elementos propios de una sociedad que dependía de la agricultura y la ganadería. Algunos ejemplos son las zahúrdas, chozos de pastores o paredes de piedra seca, edificaciones comunes de todo el suroeste ibérico y que representan los modelos constructivos más primitivos y elementales.