15-EL CASTILLO DE CABAÑAS

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Desde hace casi un milenio, en una de las impresionantes paredes verticales de la zona occidental de las Villuercas, se alza sobre la villa de Cabañas una fortaleza musulmana. Antaño, desde esta atalaya musulmana, se ejercía el control sobre las rutas y caminos que discurrían entre la sierra de Ortijuela y el valle del río Berzocana, al suroeste, y el valle del Almonte al noreste. Aún resultan espectaculares los restos de la fortaleza que, envueltos en la leyenda, se yerguen en equilibrio sobre los riscos.

El origen de esta fortificación se sitúa hacia el siglo XII, aunque todo apunta a que su construcción se llevó a cabo sobre otra edificación musulmana anterior. Cuando los reinos cristianos reconquistaron los territorios de Trujillo, en el siglo XIV, el castillo de Cabañas pasó a formar parte del Señorío de Oropesa y del Marquesado de Jarandilla. García Álvarez de Toledo, que lo tomó del rey Enrique II, emprendió entonces su reforma. Con el tiempo, el castillo pasaría a manos del Ducado de Frías, por lo que la fortificación pasó a conocerse como castillo de Frías.El emplazamiento de esta fortaleza es especialmente privilegiado, sobre una peña de difícil acceso, con más de 70 metros de altura y dominando dos valles. El relieve natural del terreno suponía una defensa añadida a las propias murallas del castillo. Esto cobraba importancia en la época en la que Extremadura y, concretamente la zona del actual Geoparque Mundial de la UNESCO Villuercas-Ibores-Jara, era considerada tierra netamente fronteriza. Este baluarte se engloba en el complejo sistema defensivo musulmán destinado a defender los territorios andalusíes al sur del Tajo, zona conocida como Marca Media o Al-Tagr Al-Awsat en tiempos del emirato Omeya de Córdoba.

El castillo de Cabañas fue edificado con materiales de la zona, cuarcitas, y argamasa. En los vanos de portadas y ventanas se utilizó el ladrillo. Aún se conserva alguna de estas ventanas en las que se aprecia la hermosa forma de un pequeño arco de herradura, una de las únicas concesiones a la ornamentación en una construcción pensada solo para fines defensivos. La parte mejor conservada hoy en día de la construcción es la que posiblemente fuera la torre del homenaje, alzándose sobre el resto de sus ruinas. También se conservan los restos de otra torre menor, como la anterior con forma de prisma, y el trazado de varios de los lienzos de la muralla. El resto de la planta del castillo se extiende, como en equilibrio, sobre la parte superior de la angosta cresta de cuarcita, por lo que posee forma irregular, estrecha y alargada. La entrada se encontraba protegida por un baluarte con muro sobre el borde del acantilado. A continuación, se encuentra la entrada principal, también fortificada.

En la parte inferior de la peña donde se ubica la fortaleza se encuentra la localidad de Cabañas del Castillo, población cuya historia y nombre se encuentran totalmente vinculados a los del castillo. Alrededor de este lugar existe una curiosa leyenda que explica el origen de la fortaleza. Según la tradición, en estas sierras habitaba un enorme lagarto, tan grande que, con un movimiento de su cola era capaz de provocar derrumbes y de mover grandes rocas. El reptil dominaba siete leguas y tenía atemorizadas a las gentes de aquellos valles, que no se atrevían a acercarse por allí. Cierto día, un ladrón que venía de robar en la iglesia del cercano pueblo de Jaraicejo, al verse perseguido por la justicia, se escondió en los cantiles de la sierra. Cuando el lagarto intentó atacarle, el hombre lo deslumbró con una patena de oro y le dio muerte con una daga. De repente, el bandolero pasó a ser considerado un héroe, al que se le permitió construir el castillo en el mismo lugar en el que mató al monstruo.