13-LOS VESTIGIOS ROMANOS Y VISIGODOS

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Romanos y visigodos también dejaron su huella en el territorio del Geoparque Mundial de la UNESCO Villuercas-Ibores-Jara. Aunque no cuenta con grandes vestigios, sí que la cercanía al antiguo municipio romano de Augustóbriga, en la vecina comarca del Campo Arañuelo, o su ubicación estratégica en la vía que comunicaba Emérita Augusta y Caesarobriga (las actuales Mérida y Talavera de la Reina), nos ha legado algunos restos que dan testimonio de su presencia. Al igual que su riqueza minera, que también sigue visible, fue otro de los motivos que atrajeron, desde antaño, el poblamiento en las serranías del Geoparque.

Las tierras que configuran el Geoparque Mundial de la UNESCO Villuercas-Ibores-Jara no tuvieron la misma presencia romana que otros territorios cercanos, aunque su paisaje esté salpicado de vestigios de esa época. La mayoría son asentamientos agrícolas o mineros, además de las vías que comunicaban importantes ciudades.

La ruta que unía Emérita Augusta (Mérida) con Caesarobriga (Talavera de la Reina) se mantuvo en uso durante muchos siglos y fue conocida durante la Edad Media como el Camino Sevillano. La influencia de la cercana población romana de Augustobriga (la posterior Talavera la Vieja, hasta que quedó sumergida en 1963 bajo las aguas del pantano de Valdecañas), al norte, sin duda supuso un influjo sobre los pobladores de la zona.

Son numerosas las inscripciones romanas halladas en estos territorios y entre ellas destacan las descubiertas en Villar del Pedroso. Junto a la fachada de la iglesia de esta localidad existe una lápida en excepcional estado de conservación en la que se puede leer la siguiente inscripción. «Aquí yace Duelia, hija de Camalo, de 25 años. Camalo, hijo de Avelio, y Duelia, hija de Armonio, se ocuparon de erigir (este sepulcro) para su hija. Séate la tierra leve».

Hay otra preciosa estela de granito, en esta ocasión en la fachada de una vivienda en la calle de la Pasión, dedicada a Caesio, de 70 años. Y en la misma fachada nos encontramos con otra, aunque su inscripción es prácticamente ilegible. En el mismo casco urbano de este pueblo existe un verraco de origen vetón, aunque con una inscripción latina posiblemente con fines funerarios. Se trata de un curioso ejemplo de cómo una misma pieza fue utilizada con fines distintos con varios siglos de intervalo. En la localidad cercana de Valdelacasa de Tajo también fueron hallados dos buenos ejemplos de estas estelas romanas, una de mármol -dedicada a varios difuntos- y otra en pizarra, más deteriorada. Desgraciadamente ninguna de ellas esta accesible al viajero, pues fueron trasladadas al Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (MNAR), donde permanecen guardadas sin ser expuestas.Cabe suponer que el origen de muchos de estos materiales romanos posiblemente haya que buscarlo, como ya se ha indicado, en las ruinas de Augustóbriga, la posterior Talavera la Vieja.

Tras la dominación romana, a partir del siglo IV, comienzan a llegar a la península grupos bárbaros procedentes de Europa. Las creencias cristianas comenzaban a estar arraigadas en la población, a medida que se diluía la cosmogonía romana, así como su división del territorio. La etapa visigoda no dejó demasiados rastros en estas tierras, aunque sí los suficientes para deducir que el poblamiento se mantuvo de forma ininterrumpida. Uno de los caminos que en la época visigoda atravesaban este territorio es el que iba de Logrosán a Guadalupe, usado como una de las rutas de peregrinación al santuario mariano. Hoy es uno de los itinerarios que podemos recorrer para llegar al monasterio bajo la denominación de Camino Visigodo.

Uno de los yacimientos visigodos más representativos del Geoparque es la necrópolis de Miguel Pérez, en Berzocana. Se encuentra junto al río Valvellío y ocupa una amplia extensión. Lo que hasta ahora se ha descubierto apunta a que existió una importante población relacionada con esta necrópolis. Casi todas las tumbas están excavadas sobre la propia roca, muchas de ellas con forma antropomorfa (humana), y un buen número cerradas con una tapa de pizarra. Algunos de los nichos están destinados a restos de incineraciones, lo cual prueba que el lugar fue utilizado por gentes con distintos ritos. El yacimiento estaría vinculado a alguna explotación minera y en su superficie se observan restos cerámicos, de tégulas (tejas) y de alguna edificación.

Otro de los hallazgos importantes de la época visigoda es el sarcófago de alabastro encontrado en Berzocana. Según cuenta la leyenda, un labrador lo encontró en el siglo XIII mientras labraba un olivar. En su interior se encontrarían los restos de San Fulgencio y Santa Florentina, encontrándose custodiado en la actualidad en la iglesia parroquial de San Juan Bautista. Una teoría afirma que el origen de esta pieza es Sevilla y que, tras la invasión musulmana, fue enterrada en estos lares por unos clérigos.