03-LA CUEVA DE LA CHIQUITA O DE ÁLVAREZ

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A la vera del río Ruecas, cerca del Charco de la Nutria, rodeado por la vegetación y en un feraz desfiladero, se encuentra un abrigo cubierto por numerosas pinturas rupestres conocido como Cueva de Álvarez o Cueva de la Chiquita. Fue la primera cueva con pinturas que se descubrió para la ciencia en la provincia de Cáceres. Se trata de un lugar envuelto en una leyenda que habla de una culebra y que ha sido usado, bien como refugio, bien como lugar de encuentro ritual, durante siglos.

En las inmediaciones de Cañamero, en el desfiladero del río Ruecas y muy cerca de la presa del Cancho del Fresno, se encuentra el abrigo conocido como Cueva de Álvarez o Cueva de la Chiquita. En este, se pueden contemplar más de cien signos de muy distinto tipo, dibujados sobre las paredes de roca. Se catalogan dentro del arte esquemático ibérico, datado desde el Neolítico final hasta la conclusión del Bronce e incluso inicios de la Edad del Hierro, entre el IV y el I milenio antes de nuestra era.

Ya en 1916, el abate francés Henri Breuil, precursor del estudio de este tipo de pinturas rupestres, quedó fascinado ante la profusión de imágenes de esta cueva, registrándola en su emblemático libro Pintura esquemática hispánica. Ésta fue la primera cueva con pinturas descubierta para la ciencia en la provincia de Cáceres.El abrigo es una gran oquedad de forma rectangular sobre un afloramiento rocoso del desfiladero. No se trata de una cueva con demasiada profundidad, sino más bien de un abrigo favorecido por la inclinación de los estratos cuarcíticos y por su erosión.

En algunas zonas, la huella negra del humo deja patente la utilización del lugar como abrigo durante siglos. Los restos de un muro de piedras también sugieren que, en algún momento, estuvo cerrada. Las pintura se distribuyen en cuatro grupos por todo lo que parece un gran panel, estando las más altas a siete metros del suelo.

Aprovechando los lienzos naturales de la cuarcita, las pinturas fueron realizadas en las zonas más lisas, dándose casos en algunas ocasiones de pinturas superpuestas a otras. Unas representan figuras humanas muy esquematizadas, bien en forma de ancla o en forma de cruz. También hay elementos simbólicos, como cruces, puntos, rayas o círculos. Llama la atención una de las pinturas que representa una especie de rectángulo dividido en tres compartimentos. La mayoría están realizadas en distintas tonalidades rojizas y algunas en blanco.

En la parte inferior de uno de los paneles aparece una mancha rojiza, probablemente debida a la oxidación natural de los minerales ferrosos, en la que la tradición popular ve a la culebra que protagoniza la leyenda de la cueva y le da nombre. Según esta fábula, en el abrigo vivía antaño un cabrero conocido como Álvarez que, cierto día, encontró una pequeña culebra junto al río. Tras adoptarla y ponerle de nombre ‘Chiquita’, comenzó a cuidarla y a alimentarla con la leche de sus cabras. Cada tarde el pastor llamaba a la culebra por su nombre y esta nunca tardaba en acudir a las atenciones de su cuidador. Pero el pastor tuvo que partir a la guerra y estuvo varios años fuera del pueblo. Cuando retornó, corrió a la cueva en busca de su culebra, pero comprobó con horror que esta había crecido y se había transformado en un gran animal que devoraba a personas y ganados. El monstruo no reconoció al pastor y lo devoró en un santiamén, dejando una huella en la pared de la cueva.El abrigo se encuentra visitable y es fácilmente accesible, contando con paneles interpretativos.