Se trata de la última etapa de la ruta que une la capital toledana con la Puebla de Guadalupe a través de los montes de Toledo, uno de los caminos tradicionales de peregrinación al Real Monasterio. El tramo que nos ocupa es una ruta de apenas doce kilómetros, cómodo de practicar.
Discurre en su integridad por caminos con buen firme, partiendo desde Alía por el Camino Viejo de Guadalupe, a través de campos de olivos, hasta llegar al merendero de la Posa, ubicado en un bosquete de pino rodeno (Pinus pinaster). A partir de aquí se inicia la subida hacia el collado del Madroño entre alcornoques (Quercus suber), encinas (Quercus ilex) y algunas zonas de monte bajo, para descender y posteriormente cruzar el arroyo de la Hoja. Continúa hasta el rio Guadalupejo buscando el camino que nos llevará hasta los restos del molino del Estanque (s.XV). Desde aquí y hasta las inmediaciones de Guadalupe, el paisaje cambia a un bosque de galería con alisos (Alnus glutinosa), fresnos (Fraxinus angustifolia), sauces (Salix alba) y álamos (Populus alba), llegando a cubrir en algunos tramos el camino con una bóveda vegetal
Durante todo el recorrido es posible observar rapaces en vuelo como buitres leonados (Gyps fulvus), busardos ratoneros (Buteo buteo) o águilas reales (Aquila chrysaetos), tener un encuentro con los tímidos corzos (Capreolus capreolus) o, en los primeros días del otoño, escuchar la berrea del ciervo rojo (Cervus elaphus).
