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Desde este lugar, siguiendo la vereda más próxima al Tajo (ver mapa), se llega al desfiladero en unos 2 km de recorrido. El desfiladero tiene, desde su inicio en un antiguo molino hasta la desembocadura en el Tajo, unos 750 m de longitud.
Los granitos que encontramos durante el recorrido y en el desfiladero proceden de magma que ascendió del centro de la Tierra, en forma de diques, hace unos 320 Ma (relacionado con a la orogenia Hercínica, 380-230 Ma). Este magma se enfrió antes de salir a la superficie, y por diversas reacciones químicas, se fracturó.
Ahora observamos esos granitos en la superficie porque son mucho más resistentes a la erosión que las rocas blandas de los antiguos fondos marinos que los cubrían y rodean (de épocas más antiguas, Ediacárico superior y Cámbrico Inferior).
La acción erosiva del agua en los granitos, aprovechando las antiguas fracturas, ha hecho que el arroyo se haya ido encajando hasta originar el desfiladero, mientras ha erosionado las rocas más blandas originando una extensa penillanura.
En las cercanías del pueblo de Villar del Pedroso el granito es de grano grueso, con dos micas y grandes cristales de feldespato ortosa. Sin embargo, donde el arroyo del Pedroso ha excavado su profundo cauce, el granito es de grano muy fino, tratándose de aplitas («microgranitos») muy resistentes a la erosión. Se trata de rocas muy duras pero que se encuentran intensamente fracturadas por un sistema de diaclasas (fracturas) perpendiculares, lo que facilita la fragmentación en bloques y el encajamiento del arroyo del Pedroso que busca su “nivel de base” en el foso del Tajo. Estas aplitas se levantan como grandes paredones de muchos metros de altura, que han resistido a la erosión y se mantienen en un difícil equilibrio.
Sobre los granitos que hay entre Villar del Pedroso y el Puente del Arzobispo se desarrolla una cobertera de sedimentos de edad Plioceno-Pleistoceno (3,5-2,5 Ma) que denominamos rañas, constituida por cantos rodados de naturaleza diversa unidos por una matriz arcillosa rojiza.
Observaremos las curiosas formas erosivas del berrocal, originadas por meteorización química y mecánica de las rocas graníticas: los bloques redondeados, las «piedras en seta» y las «piedras caballeras», así como los distintos planos de fracturación (diaclasas) que han determinado la formación de bloques de diferentes tamaños.
Resulta espectacular el encajamiento del arroyo del Pedroso en estas rocas, con formación de rápidos, cascadas y «marmitas de gigante» o pilancones. Cuando el caudal de agua del arroyo es elevado no podremos pasar a la otra orilla, resultando sobrecogedor el estruendo de la caída del agua en el interior del profundo cañón.
A continuación, podemos completar la excursión visitando en sus proximidades las ruinas de varios viejos molinos y del impresionante Fuerte de Castros, sus murallas, los pilares del puente sobre el río Tajo y las viviendas de los alrededores. Se trata de una fortaleza musulmana levantada en el siglo X, junto a la cercana ciudad islámica de Vascos, para la defensa de la frontera media del Tajo.
En una plaza de Villar del Pedroso podremos también admirar varias esculturas zoomorfas (“verracos”), realizadas por el pueblo vetón de la Edad del Hierro, así como numerosas inscripciones romanas de gran interés arqueológico.