El río Almonte constituye uno de los afluentes más importantes del río Tajo en Extremadura por su margen izquierda. El nacimiento del río está ligado a una gran pedrera, un depósito caótico de grandes fragmentos rocosos con formas angulosas e irregulares. El agua de lluvia se filtra con facilidad entre estos bloques rocosos hasta encontrar una capa menos permeable, como son las lutitas de la ladera, y discurre en el interior de la pedrera a favor de la pendiente, para surgir finalmente en la superficie en forma de manantial al pie de la misma.
También contribuye de forma muy importante el agua canalizada por la Cuarcita Armoricana, que constituye una unidad fuertemente permeable al encontrarse muy fracturada. La base de la Cuarcita Armoricana contacta con los materiales impermeables del Ediacárico (lutitas y grauvacas), canalizando toda el agua que recoge en las elevadas sierras.
Las pedreras (localmente “casqueras”) están muy extendidas por todas las vertientes de Las Villuercas, y se encuentran siempre bajo los crestones cuarcíticos, los cuales constituyen su “área fuente”. Geológicamente son derrubios de ladera, pero cuando los fragmentos rocosos que conforman una pedrera son de varios metros cúbicos se denominan también laderas de bloques.
El origen de estos bloques está relacionado con las características de la Cuarcita Armoricana del Ordovícico inferior (480 Ma) visibles en las crestas de las sierras. Estas rocas son muy duras, pero han sido plegadas y fracturadas por la acción de las numerosas fallas transversales que «cortan» las sierras. Esas fracturas se denominan diaclasas. Las diaclasas facilitan la aparición de otras fracturas más pequeñas y la separación de los distintos bloques originados por un proceso de meteorización mecánica conocido como “efecto cuña de hielo”: el agua entra en las diaclasas y, al congelarse, las ensancha fragmentando las cuarcitas. A lo largo de estas fracturas se inicia la lenta desintegración de los afloramientos cuarcíticos, con formación de grandes bloques que se desprenden de los riscos por efecto de la gravedad.
Los bloques van cayendo sobre la base de la cresta cuarcítica y, en función de su peso y de la pendiente, se deslizan o ruedan ladera abajo.
Cuando los depósitos de bloques se disponen sobre una elevada pendiente son muy inestables y se producen nuevos movimientos secundarios. Como resultado final estos depósitos forman una pedrera con pendientes que alcanzan el 20% y un grosor variable que puede superar los 5 metros.
En la actualidad los bloques están recubiertos por líquenes y no se observan desprendimientos, lo cual nos indica cierta estabilidad y también que las pedreras no se pueden haber generado recientemente. Es muy probable que se formaran bajo condiciones climáticas muy frías y lluviosas, típicas de los climas periglaciares del Pleistoceno (hace 1,8 Ma-10.000 años).