Se trata de un yacimiento paleontológico emplazado sobre el primer un nivel de calizas y dolomías pertenecientes a la Formación Villarta del Grupo Ibor, unidad depositada a finales del Ediacárico en un medio de plataforma marina mixta terrígeno-carbonatada, que fue desarrollada en una cuenca tras-arco generada durante la orogenia Cadomiense. En esta unidad suelen predominar los niveles de lutitas laminadas con intercalaciones de areniscas, aunque también son frecuentes los citados niveles de calizas y dolomías, que son los que constituyen el yacimiento. El rasgo más notable de estos niveles carbonatados es la presencia de Cloudina, uno de los primeros metazoos que segregaron un exoesqueleto calcáreo y que se puede identificar en el yacimiento, donde numerosos ejemplares forman bioconstrucciones en conjunto con las laminaciones algales.
Cloudina es un fósil de tamaño milimétrico con una geometría alargada y tubular, que está compuesto por un exoesqueleto de calcita rica en magnesio, y cuyos restos han sido tradicionalmente asociados a cnidarios, aunque recientemente se ha propuesto su pertenencia al clado de los anélidos.
Hay que destacar que el entorno del Geoparque y las zonas circundantes son los únicos lugares de Europa donde se han hallado restos de Cloudina, que junto a Sinotubulites, Namacalathus y otros fósiles esqueléticos de finales del Ediacárico, son los precursores de la biomineralización generalizada que se produjo en los animales a principios del Cámbrico, favoreciendo nuevas estrategias de alimentación y defensa que permitieron la colonización de nuevos ambientes.